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Vigésimo Domingo del Tiempo Ordinario

 

La Vigilancia Escatológica 

 

    Lucas nos ayuda a ver nuestra vida en su dimensión verdadera.  Viviendo en un mundo mercantilista, el mundo mediterraneo del tiempo del imperio (y del imperialismo) romano, Lucas ve constantemente el mal causado por las falsas ilusiones de riqueza y bienestar, al lado del escándalo del hambre (Lc. 16:19-31). 

    Si escribiera en nuestro tiempo, no necesitaría cambiar mucho.  En el evangelio de este domingo nos enseña la vigilancia, en medio de estas ilusiones.  La vigilancia es una actitud bíblica, desde la noche de la liberación de Egipto, cuando el ángel exterminador visitó las casas de los egipcios, mientras los israelitas, de pié, bastón en la mano, celebraban a Yavé con la comida pascual, listos para seguir a su único Señor, que los conduciría a través del mar rojo hasta el desierto (Sb. 18:6-9).  La vigilancia es también la actitud del cristiano que espera el regreso de su Señor, Jesucristo.  ¡Y qué regreso!  Al encontrar a sus siervos vigilantes, el Señor, de regreso, los hará sentar a la mesa y les servirá.  Pues así lo hizo una vez (Lc. 22:27).  Jesús es el Señor Siervo. 

    El pasaje continúa con otras sentencias y parábolas relativas a la Parusía.  Explican, de modo práctico, lo que imploca esta vigilancia.  Ser un administrador sensato y fiel (Lc.12:42); cuidar el bien de todos los que están en casa (Lc.12:41).  LA VIGILANCIA NO CONSISTE EN QUEDARSE DE BRAZOS CRUZADOS, esperando que suceda la parusía, sino asumir el bien de la comunidad (1Ts.5).  Lucas habla también de la responsabilidad de cada uno (Lc.12:47-48).  El que conocía la voluntad del Señor, y sin embargo, no se preparó, será castigado severamente.  Por el contrario, el que no conocía la voluntad de su Señor, se salvará por su ignorancia..., a quien mucho se le dío, mucho se le pedirá; a quien poco se le dió, poco se le pedirá. 

    Lo importante de este mensaje es que cada uno, asumiendo a la gente que Dios le confió en su vida cotidiana, está preparando su eterna y alegre compañia junto a Cristo, el Señor que sirve.  Pues Cristo ama efusivamente a la gente que El, aunque de manera más humilde, confía a nuestra responsabilidad.  No podemos decepcionar la esperanza que El pone en  nosotros.  La visión de la vigilancia como responsabilidad demuestra muy bien que la religión del evangelio no es el opio del pueblo. 

    Ahora bien , esta vigilancia escatológica no es una actitud fácil.  Exige que la gente mire mucho más allá de la punta de su nariz.  Es mucho más fácil vivir despreocupado, aprovechar el momento...  ¿pues quién sabe cuando el Señor viene? (Lc.12:45)  Para sostener la actitud de activa vigilancia y solicitud por la causa del Señor, necesitamos mucha fe.  La fe es como poseer anticipadamente lo que se espera; es una intuición de lo que no se ve (Hb. 11:1).  Con esta definición se encuncia claramente el tema escatológico de la fe.  No es una adhesión intelectual a verdades inaccesibles a la razón.  El sentido original de la fe es el enganchamiento de la existencia con lo que no es visible ni palpable, sino tan real que pueda absorver el deseo más profundo de mi ser.  El la Carta a los Hebreos encontramos una gran lista de ejemplos de esta fe, personas que se comprometieron con aquello que no se veía.  El caso más impactante es la obediencia de Abrahán y su fe en la promesa de Yavé (Hb. 11:8-19). 

    Por tanto, conviene abrir hoy los ojos a la realidad que no aparece y que, sin embargo, es decisiva para nuestra vida.  Sintetizando el espíritu de la liturgia de hoy, podríamos decir: el mundo se nos ha confiado no como una propiedad de explotación (aunque todo nuestro contexto cultural y político nos incite a pensar así), sino como un servicio a un Señor que está "escondido en Dios", pero en la hora decisiva se revelará como nuestro amigo y siervo, por lo mucho que nos ama, a nosotros y a los que nos confió.  O sea: ya no vivimos para nosotros, sino para El que por nosotros murió y resucitó.  Nosotros somos los responsables de la herencia de Dios, su gente en este mundo.


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